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lunes, 20 de abril de 2020

No, no es casualidad

Hola a todos los asistentes:

No. No es casualidad. A lo largo del encierro en casa he ido siguiendo diferentes cuentas y perfiles de amigos, familiares y profesionales. Muchos de ellos, como no puede ser de otro modo, profesores.

El caso es que uno ve de todo y cree no sorprenderse ya por nada, pero resulta que todavía hay lugar para la sorpresa, por sorprendente, a su par, que esto parezca. Y es que el mundo de los memes y de los mensajitos cortos, intencionalmente emotivos las más de las veces, está pensado para hacernos reflexionar. Y uno reflexiona, pero no debería hacerlo más de la cuenta, no sea que se deje llevar por la ira, la indignación, el sentimentalismo barato, o la estupidez.

La primera vez que me sorprendí leyendo un post de esos que circulan con más libertad que uno al hacer la compra estos días fue con uno que venía a decir que los profesores no estaban de vacaciones, sino cuidando de los suyos en la cuarentena. Bueno. Es una forma de verlo. Yo, francamente, no veo la diferencia. Me indignó, ciertamente, que algunos se tocaran las partes pudendas a dos manos y se hicieran luego pasar por héroes como cajeras, médicos, policías, carteros… Aquella indignación desapareció cuando los colegios los pusieron a trabajar.

No obstante, puede que por casualidad; aunque yo creo que no, poco después vi uno que reproduzco a continuación…


¿Lo han leído ya? No me digan que no es adorable. ¿Saben quién lo comparte y difunde? Exacto. Profesores de arte, música y deporte. Con poco o nulo criterio ortográfico, cierto. Pero profesores a fin de cuentas. Y no es casualidad.

No es casualidad que sean ellos porque siempre están a la defensiva. No son capaces de dar una buena razón, más allá de las sentimentales, que justifique el estudio de la materia que enseñan, y que bien podrían enseñar en centros y academias privadas a quienes sientan la natural inclinación por dichas materias y artes. 

Tampoco es casualidad que esas mismas materias sean consideradas “marías”, o “Marías”, como se empeñan en escribir, contaminados como están por la lengua de la pérfida Albión. No es casualidad porque el sistema educativo no está para educar a los niños en época de encierro domiciliario, aunque a más de un ministro de Educación le encantaría que así fuera. El sistema educativo no está para enseñar a los niños a resistir una enfermedad o una hambruna, ni para tocarse ni para aprender a llorar, como otros muchos pretenden. Está para dotarlos de las herramientas necesarias para la vida en sociedad, para ser miembros útiles de la misma, para educarlos de manera tal que, sirviéndose a sí mismos en el terreno profesional, sirvan a la sociedad en su conjunto. Además, pasar una cuarentena con música significa "escuchando música", no reescribiendo a Beethoven ni filosofando sobre Mozart.

El gusto por la música, el arte o el deporte, son inclinaciones naturalmente humanas que no todos, por desgracia, adquirimos. Y no, no por mucho exponer a un niño al arte o a la música va a tocarse pensando en Chopin o Velázquez en clase de educación sexual. Por ende, la educación forzosa y forzada en según qué materias de las hoy consideradas “marías” o “Marías”, sólo genera rechazo y la comprensible incomprensión de la necesidad de dichas asignaturas en su currículum académico.

Y no. No estoy abogando por su eliminación. Creo que son tan necesarias como las matemáticas, la física, los idiomas o la historia. Forjan el espíritu, dan forma al alma, y completan la formación humanística tan necesaria. Son hacen, si se quiere ver así, más humanos. Pero, por favor, no hagáis el ridículo. No os humilléis más.

¿O no tenéis bastante con no saber ni escribir?

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